Estándar 9: Define el concepto de romanización y describe los medios empleados para llevarla a cabo.
La conquista romana de la península ibérica comenzó con el desembarco en Ampurias (218 a.C.) y concluyó con el fin de las guerras cántabras por César Augusto (19 a.C.). No obstante la romanización incluye más que un proceso militar.
El concepto de romanización hace referencia al proceso de integración de los pueblos prerromanos en los modelos económicos, sociales, políticos-administrativos, culturas y religiosos de Roma. En definitiva, la aculturación de los pueblos nativos de la península ibérica al adaptarse al modo de vida de la civilización romana.
El ejército romano fue un agente de romanización fundamental ya que muchos soldados licenciados se establecieron en la península, otros soldados fueron reclutados entre la población nativa y hubo una presencia de tránsfugas que vivían entre las poblaciones indígenas. De la misma manera, las élites locales apoyaron la romanización, interesadas por integrarse en el Imperio romano para no perder sus privilegios, e incluso enviaban a sus hijos a la capital para que adquirieran la cultura romana.
El principal indicador de romanización fue el desarrollo urbano. Cada colonia era un centro de romanización integrado por ciudadanos romanos, que se organizaban y vivían a la manera romana, y por indígenas que estaban en contacto con ellos, por lo cual el pensamiento y la civilización eran asimilados por los nativos. Ejemplo de estas ciudades Hispalis (Sevilla) y Barcino (Barcelona). Los romanos desarrollaron las ciudades de origen íbero existentes y crearon multitud de nuevas ciudades y asentamientos en la zona de origen celta. Había ciudades "inmunes" que no tenían que pagar impuestos, ciudades "federadas" que habían firmado un pacto con Roma y había ciudades "estipendiarias" que al haberse opuesto a Roma quedaron gravadas por el pago de impuestos especiales.
A su vez, una red de calzadas y unas rutas marítimas comunicaban a las ciudades entre sí y con el resto del circuito comercial del Imperio. El comercio conllevó la implantación de la economía monetaria, basada en el denario, de tal modo que en Hispania numerosas localidades acuñaron moneda. Asimismo, el sistema productivo se modificó para especializarse en los cultivos de exportación, por lo que se expandió el modelo de villa, la hacienda latifundista y esclavista.
La organización administrativa y del territorio se organizó en provincias: durante la República hubo dos (Ulterior y Citerior), en el Alto Imperio tres (Lusitania, Bética y Tarraconensis), y en el Bajo Imperio cinco (Lusitania, Bética, Tarraconensis, Cataginensis y Galaecia). Cada provincia se componía de municipios articulados en torno a una ciudad-colonia que constituía el centro de la actividad mercantil y política.
Los órganos municipales eran semejante a los de la propia Roma, mientras que a los municipios se les fue otorgando el derecho de la ciudadanía romana, elemento integrador, ya que conllevaba importantes "privilegios" para sus pobladores.
Las principales manifestaciones de la integración hispana en la cultura romana fueron la lengua, el artes, el derecho y la religión. El latín se difundió primero como lengua de prestigio y progresivamente por medio del ejército, de los funcionarios, de la enseñanza , del culto religioso y a través de las relaciones comerciales.
Con respecto a las creencias, el Imperio romano impuso el culto al emperador y a los tres dioses que simbolizaban el poder de Roma: Júpiter, Juno y Minerva. Sin embargo, a partir del años 380, un emperador hispano, Teodosio I, decretó el cristianismo como la religión oficial del Imperio. Asimismo, tanto el derecho romano como la religión se utilizaron como medio de la integración política; en concreto, el derecho regulaba las relaciones privadas y el funcionamiento de las instituciones.
La cultura material romana, su arquitectura, permitió infraestructuras como acueductos, teatros, puentes, templos o mausoleos y arcos conmemorativos que ofrecieron servicios y obras nunca vistos en la península, por lo que fue otro importante factor de atracción de la romanización.
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